Esta primavera del año 2000, será el último semestre de mi carrera para conseguir el grado de Master en Español. Durante los cuatro semestres atendidos en la universidad de Bowling Green, tres de ellos los hice en los Estados Unidos y un semestre en España.
Cuando empecé la carrera de Master en Español, me delegaron la función de investigación, mi trabajo consistía en apoyar a uno de los instructores que el departamento tenía. Fue una responsabilidad fuerte porque el tipo de información que tenía que entregar al profesor era desde otra perspectiva muy diferente a la perspectiva que se maneja en Latinoamerica, mi lugar de orígen. Pero esta experiencia me ayudó a entender los intereses académicos de algunos instructores y la calidad de alumnos que yo tendría que enseñar en el futuro como instructora del idioma Español.
Mi segundo semestre fue bastante interesante, aprendí la rítmica de las clases en Español, los tipos de asignaciones que se les dejaba a los alumnos y la mecánica de trabajo con ellos. Ese segundo semestre la universidad me delegó la función de hacer tutorías a los alumnos interesados o no en el Español. De ellos aprendí la manera, el ritmo y el empeño que ponen a sus trabajos. Muchos de ellos simplemente no tomaban la responsabilidad de aprender como algo personal y tuve que combatir contra la apatía de muchos de ellos.
Pero dentro de todo fue una gran experiencia el tener contacto individual con cada uno de ellos, pude ver la calidad de personas que eran y pude entender muchas de sus conductas para con los profesores y compañeros de clase. La actitud que tienen hacia el concepto de competencia fue una de las cosas que más llamó mi atención. El tercer semestre de mi carrera lo hice con el programa AYA en Alcalá de Henares, Madrid, España. Fue una muy buena oportunidad para practicar el Español de España, ya que en mi país se habla el Castellano de Castilla, una broma muy propia de los pueblos sudamericanos. Durante este período que coincidió con el verano, pude hacer unos cuantos paseos con los alumnos de la universidad de Bowling Green que fueron a través del programa Bowling Green-Alcalá de Henares. Mi función en Alcalá era también la de tutora, y muchas de las veces los alumnos fueron a hacerme preguntas sobre los paseos que habían hecho. Esto aumentó mi interés por la cultura española, así que decidí hacer una actividad sobre algunos pintores españoles cuando ellos fueron al Museo del Prado, Madrid.
Aquí pude notar como los alumnos consiguieron entender y aceptar una cultura que no era la de ellos, y pude ver la capacidad que ellos tuvieron para convivir con esa cultura. Yo sentí que mi responsabilidad era explicarles esas diferencias culturales por la que todos estababan atravezando.
El cuarto semestre lo hice al regreso de España, la universidad de Bowling Green me ofreció la oportunidad de ser instructora, así que yo, muy emocionada acepté el reto de enseñar, pero lo hice con mucha seguridad porque ya había tenido la experiencia de enseñar individualmente y trabajar con pequeños y grandes grupos de alumnos (como fue la clase donde trabajé como investigadora).
La universidad me dio la oportunidad de enseñar Español 101. Eso significaba que tendría alumnos que le interesaban el curso y alumnos que solo necesitaban el crédito. Mi gran pregunta era cómo conseguir que aquellos que no les interesaba el curso prestaran mayor atención, bueno, encontré muchas respuestas que las convertí en métodos y teorías personales.